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29 de junio de 2025

El impacto del anuncio de Poletti: tierras para 700 lotes sociales y una posible bisagra en la crisis habitacional de Ramallo

Foto ilustrativa

El anuncio del intendente Mauro Poletti sobre la adquisición de 30 hectáreas a la empresa Fiplasto para destinar a la creación de 700 lotes sociales marca un punto de inflexión en la política de acceso al suelo en Ramallo.

En un contexto de creciente demanda de tierras y déficit habitacional, la iniciativa combina una solución concreta con una estrategia de desarrollo urbanístico a mediano plazo. Pero también deja preguntas abiertas sobre planificación, infraestructura y equidad en la adjudicación.

Un acuerdo inédito entre deuda y tierra

El convenio anunciado busca convalidar la cesión de tierras como forma de pago de una deuda millonaria de Fiplasto con el municipio. La empresa debía aportar —en concepto de tasas— unos US$2,5 millones en el plazo de cinco años. A cambio, cede un terreno tasado en US$6,9 millones, según la valuación que presentó el Ejecutivo. Si bien la operación aún debe ser refrendada por el Concejo Deliberante, la lógica detrás del acuerdo implica un canje fiscal-urbanístico que no tiene precedentes recientes en la región.

Este esquema refleja una doble utilidad: para el municipio, significa la posibilidad concreta de ampliar el banco de tierras y encarar un plan de lotes sociales; para la empresa, la posibilidad de regularizar una deuda sin afrontar un pago directo en divisa dura. No obstante, requiere transparencia y debate legislativo, ya que involucra valores significativos y suelo con potencial urbano en una localidad de alta presión demográfica.

Déficit habitacional: números detrás de la urgencia


Ramallo —al igual que muchas localidades del norte bonaerense— enfrenta una situación crítica de acceso a la tierra y la vivienda. El Registro Único de Demanda Habitacional, que volvió a abrirse recientemente, ya cuenta con cientos de inscriptos. Muchos de ellos llevan años esperando la posibilidad de adquirir un lote a precio accesible.

En el mercado inmobiliario local, los lotes con servicios en zonas semiurbanizadas pueden rondar los US$10.000 a US$20.000, un valor inalcanzable para sectores asalariados. En cambio, el esquema que propone el municipio prevé precios sociales, posiblemente subsidiados, con facilidades de pago. Esto podría generar un mercado paralelo protegido, orientado a resolver la necesidad habitacional sin entrar en competencia con la lógica del suelo urbano.

Urbanismo y planificación: el desafío que viene

Si bien el anuncio entusiasma por su escala —700 terrenos representan una expansión territorial significativa para Ramallo—, el éxito dependerá de cómo se planifique el nuevo desarrollo. Urbanizar no es solo dividir tierra: implica servicios básicos (agua, luz, cloacas, calles), transporte, acceso a escuelas, salud y empleo. La integración urbana será clave para evitar la formación de nuevos enclaves aislados o de baja calidad de vida.

Otro factor relevante es la ubicación exacta del predio: aún no fue informada con detalle, pero se presume que está en la periferia, lo cual obligará a una fuerte inversión en infraestructura. ¿Está prevista? ¿El municipio contará con apoyo provincial o nacional para avanzar en esa línea?.

Repercusiones y expectativas

El anuncio de Poletti se inscribe también en un clima político de alta exposición, con elecciones legislativas locales en septiembre. El oficialismo buscará capitalizar este tipo de medidas como prueba de gestión efectiva. La oposición, por su parte, podría cuestionar los términos del acuerdo con Fiplasto o exigir mayor claridad sobre la selección de beneficiarios y la tasación de las tierras.

En síntesis, la cesión de tierras por parte de Fiplasto podría convertirse en una palanca transformadora frente al problema estructural del acceso al hábitat en Ramallo. Pero para ello, deberá traducirse en un proceso transparente, equitativo y sustentable. El impacto real no se medirá solo en la firma del convenio, sino en la capacidad de convertir hectáreas ociosas en barrios vivos, con familias construyendo futuro sobre tierra firme.

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