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18 de octubre de 2025

En Pérez Millán, un joven impulsa un proyecto avícola basado en bienestar animal y calidad

Nazareno Raviola cría 400 gallinas en libertad y produce huevos camperos en un sistema sustentable y abierto a la comunidad. Combina su trabajo como electricista y docente con su vocación rural.

En Pérez Millán, un joven decidió transformar su pasión por la crianza de gallinas en un proyecto que combina innovación, sustentabilidad y respeto por los animales. Nazareno Raviola, de 27 años, lleva adelante un emprendimiento avícola basado en la producción de huevos camperos, priorizando la calidad por encima de la escala productiva y apostando por un modelo diferente al de la industria intensiva.

La historia comenzó dos años atrás en la localidad de La Violeta, partido de Pergamino, cuando Raviola inició la crianza de sus primeras gallinas inspirado por la quintita de sus abuelos, donde pasó su infancia rodeado de chanchos, ovejas y aves. Al conocer las prácticas industriales, decidió avanzar por un camino alternativo: “Vi cómo afectaba el sistema a los animales y quise hacer algo distinto”, contó.

Tras superar una enfermedad que afectó al 80% de su plantel en medio de intensas lluvias, dio un paso decisivo: el 28 de septiembre de 2024 comenzó a construir su propio gallinero en Pérez Millán. Allí, aplicando sus conocimientos como electricista industrial y docente de la escuela técnica local, levantó una estructura con capacidad para 400 gallinas en un sistema de crianza libre y sustentable.

A diferencia de la producción intensiva, las gallinas de Raviola se mueven libremente en un radio de hasta 200 metros diarios, se alimentan de insectos, piedritas y cereales, y reciben luz solar natural. “Esa libertad desestresa a las aves y mejora la calidad del huevo”, explicó.

Los huevos camperos producidos en Pérez Millán están clasificados como categoría 1 y se destacan por su valor nutricional: tienen más vitaminas, omega 3 y, gracias al movimiento constante de las aves, incluso generan creatina de manera natural. La producción ronda los 10 maples diarios —unos 300 huevos— que se comercializan principalmente de forma directa, a través de pedidos por WhatsApp y comercios locales.

Más allá del resultado económico, el emprendimiento tiene un fuerte componente educativo y comunitario. Los galpones están abiertos a visitas para que cualquier persona pueda ver el sistema en funcionamiento. “No busco competir con las grandes industrias, sino ofrecer un alimento saludable y respetuoso con los animales”, subrayó Raviola.

El proyecto refleja una tendencia creciente en la región: la apuesta por modelos agropecuarios sustentables que priorizan el bienestar animal y la calidad. Con el apoyo de su pareja y combinando sus múltiples trabajos, Nazareno concentra su energía en esta iniciativa que une técnica, pasión y compromiso con el entorno.

Desde Pérez Millán, su historia muestra que es posible construir propuestas productivas innovadoras sin perder el vínculo con la tierra ni el respeto por la naturaleza.

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