La Navidad llegó este año con una impronta distinta en las localidades del distrito. Miles de botellas plásticas que normalmente hubieran terminado como residuo se transformaron en adornos navideños a partir de un trabajo colectivo que puso en primer plano el cuidado del ambiente, la creatividad y el compromiso comunitario.

La iniciativa fue coordinada por la Dirección de Juventud de la Municipalidad y, según explicó a la Radio Ramallo su titular, Ignacio “Nacho” Cejas, tuvo su origen en una experiencia conocida por las autoridades locales.

“Todo arranca por idea del intendente y de Natalia, su mujer, cuando recorrieron distintas ciudades del país y conocieron la experiencia de Capioví, en Misiones”, señaló.

Capioví es una localidad de unos 8.000 habitantes que desde hace más de 17 años trabaja el reciclado como eje central del embellecimiento urbano. “Ellos se dedican exclusivamente al reciclado y al embellecimiento público, no tienen barrido ni limpieza, y trabajan con temáticas como Navidad, Pascua y turismo rural”, detalló Cejas.

A partir de ese modelo, el Municipio decidió adaptar la propuesta al territorio.

El proceso comenzó con una etapa de observación y planificación. “Nosotros viajamos, observamos y empezamos a diagramar cuántas botellas se necesitaban, qué recursos y qué materiales”, explicó el funcionario.

Luego se puso en marcha un taller que rápidamente convocó a vecinos de distintas localidades, tanto para la recolección de botellas como para la elaboración de los adornos.

La participación fue masiva. “Notamos un gran compromiso de toda la comunidad, tanto de quienes acercaron botellas como de los que participaron en el taller haciendo las manualidades”, afirmó Cejas.

En total, “trabajaron más de 100 personas, de todas las localidades”, en el marco del programa Acompañados y de la Beca de Educación No Formal.

El trabajo fue completamente artesanal. Las botellas debieron limpiarse cuidadosamente antes de ser cortadas y moldeadas.

“Es todo un proceso manual: se limpian bien las botellas, se cortan, se moldean a fuego y después se arma cada adorno”, explicó el director de Juventud. A la tarea se sumó también el área de herrería, que aportó las estructuras necesarias.

Según los registros del taller, la cantidad de material reciclado fue significativa. “Por la cuenta que lleva nuestra tallerista, se usaron más de 10.000 botellas; contando todas las localidades, seguramente son algunas más”, indicó Cejas, quien destacó además la colaboración de paradores, centros comunitarios y referentes locales.

La decoración tuvo este año una temática definida. “Este año la temática fue el oso, por eso hicimos osos grandes y chicos que se fueron sumando a los árboles”, contó. De cara al futuro, el objetivo es ampliar la propuesta. “La idea es poder ir agregando más adornos, llegar a todos los bulevares y sumar una temática que se pueda ir cambiando año tras año”.

Más allá del resultado estético, el proyecto dejó una marca social. “Fue un trabajo comunitario grande, trabajó mucho la comunidad y hubo un trabajo en equipo muy fuerte”, resumió Cejas.

Una experiencia que resignifica los residuos y convierte al reciclado en una herramienta de encuentro, aprendizaje y construcción colectiva.