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23 de abril de 2025

Padre "Pepe" Aramburu: el recuerdo valiente del Papa Francisco en tiempos de crisis

El sacerdote, quien conoció a Jorge Bergoglio en 1965, comparte recuerdos de su labor pastoral en el Cotolengo de Don Orione y su compromiso con la protección de perseguidos durante la dictadura argentina.



 El padre José "Pepe" Aramburu, exsacerdote de la parroquia Cristo Salvador de Villa Ramallo, abrió su memoria para compartir vivencias inéditas sobre Jorge Mario Bergoglio, hoy Papa Francisco, a quien conoció en 1965 cuando apenas era un joven jesuita.

En una entrevista cargada de emotividad, Aramburu relató cómo el futuro pontífice dejó una huella imborrable por su disciplina, humanidad y coraje, especialmente durante los oscuros años de la dictadura militar en Argentina.


“Lo conocí en Buenos Aires, yo tenía 19 o 20 años. Uno de los muchachos quiso hacerse jesuita, y Bergoglio era el padre que los acompañaba”, rememoró Aramburu.

Por entonces, Bergoglio, un jesuita en formación, fue enviado al Cotolengo de Don Orione, un hogar que albergaba a personas con discapacidades severas, muchas de ellas víctimas de los efectos de la talidomida, una pastilla que, recetada para aliviar náuseas en embarazadas, causaba malformaciones genéticas en los bebés. “Bergoglio era un hombre joven, estaba allí acompañando a la gente con una entrega total”, destacó.


Un pastor en tiempos de peligro


Los encuentros entre Aramburu y Bergoglio se sucedieron en distintos momentos y contextos. Ya en el seminario, el padre Pepe lo cruzaba con frecuencia, pero fue en 1976, durante una de las épocas más críticas de la historia argentina, cuando la figura de Bergoglio cobró una dimensión heroica. Aramburu, exiliado en ese entonces, coincidió con él en el Colegio Pontificio Latinoamericano, donde Bergoglio, ya provincial de los jesuitas en Argentina, convivió una semana con sacerdotes y perseguidos.

“Allí también estaba un sacerdote que había sobrevivido a una redada de los militares”, recordó.
 

El relato de Aramburu pone en relieve el compromiso de Bergoglio con los perseguidos durante la dictadura. “Tuvo un trabajo intenso en la protección de detenidos y desaparecidos. Alojaba gente en el cuarto piso del colegio, a personas que estaban siendo buscadas”, afirmó. Uno de los episodios más impactantes que narró fue cómo Bergoglio, con astucia y valentía, salvó vidas: “Una vez vistió de cura a un perseguido político y lo despachó a Paraguay para salvarle la vida. Lo hizo con muchos otros”.


Un legado de humanidad


Las anécdotas del padre Pepe no solo dibujan a un Bergoglio comprometido con los más vulnerables, sino también a un hombre de profunda disciplina jesuítica, tanto en lo humano como en lo pastoral. Su labor en el Cotolengo, su cercanía con los seminaristas y su valentía en tiempos de represión reflejan los cimientos de lo que hoy es su pontificado: una Iglesia cercana al sufrimiento, defensora de los derechos humanos y abierta a los márgenes.


Para Aramburu, evocar a Bergoglio es hablar de un amigo y un guía. “Era un hombre que siempre estaba donde más se lo necesitaba”, resumió.

En Villa Ramallo, donde el padre Pepe dejó su propia huella pastoral, estas historias resuenan como un testimonio vivo del impacto de un joven jesuita que, décadas después, se convertiría en el Papa Francisco, un líder mundial que sigue inspirando con su ejemplo de servicio y coraje.

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