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5 de noviembre de 2025

Once integrantes del Comando Conjunto Antártico se entrenaron en la Estación Experimental Agropecuaria INTA San Pedro para operar los módulos hidropónicos que proveen alimentos frescos en las bases argentinas del continente blanco. El conocimiento desarrollado en el norte bonaerense viaja ahora hacia las condiciones más extremas del planeta.
En medio de los invernaderos de la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) INTA San Pedro, once integrantes del Comando Conjunto Antártico de Argentina se preparan para una misión singular: producir verduras frescas en uno de los lugares más fríos e inhóspitos del planeta.
En los próximos días, partirán hacia las bases Marambio, Esperanza y Belgrano, y antes de embarcarse rumbo al continente blanco, completaron una capacitación intensiva en producción hidropónica.
La formación, que integra el Curso de Operador del Sistema del Módulo Antártico de Producción Hidropónica (MAPHI), tiene un objetivo claro: que los futuros invernantes adquieran los conocimientos necesarios para mantener en funcionamiento los sistemas que abastecen de alimentos frescos al personal argentino destacado en la Antártida.
Durante las jornadas presenciales en San Pedro, los participantes aprendieron desde la preparación de soluciones nutritivas hasta el manejo de equipos de precisión —balanzas, peachímetros y conductímetros—, además de repasar los principales desafíos que enfrentarán en un entorno donde el suelo y el clima no permiten el cultivo tradicional.
“La práctica en campo es fundamental. Acá pueden observar el sistema en funcionamiento y comprender cada detalle del proceso”, destacaron los técnicos del INTA que guiaron las actividades.
El grupo, conformado principalmente por suboficiales del Ejército y la Fuerza Aérea junto a una bióloga, mostró un marcado entusiasmo. Muchos de ellos solicitaron integrar la misión luego de conocer los resultados alcanzados por las dotaciones anteriores, que lograron cosechar lechugas y rúculas frescas a miles de kilómetros de cualquier invernadero continental.
El proyecto MAPHI, impulsado por el Comando Conjunto Antártico, el INTA, la Universidad Nacional de la Patagonia Austral y la Dirección Nacional del Antártico, representa un avance tecnológico y científico que combina innovación, soberanía y sustentabilidad. Los módulos hidropónicos —contenedores marítimos adaptados con aislamiento tricapa y calefacción eléctrica— ya funcionan en las bases Marambio y Esperanza, y pronto se sumará un nuevo sistema en Belgrano, el más austral de todos.
La participación de San Pedro no es casual. La EEA local fue pionera en hidroponía dentro del INTA, cuando en la década de 1980 incorporó esta técnica mediante un convenio internacional.
Desde entonces, el equipo técnico local ha desarrollado investigaciones sobre distintos sistemas —como el de raíz flotante y el NFT—, evaluando variedades de hortalizas y optimizando el uso del agua, un conocimiento que hoy se traduce en soluciones aplicables a contextos tan diversos como la horticultura periurbana o el territorio antártico.
“El trabajo que se hace en San Pedro demuestra que la ciencia argentina tiene proyección nacional y también antártica”, señalaron desde el organismo. En sus invernaderos se gestan tecnologías que fortalecen la producción sostenible y amplían las fronteras del conocimiento, contribuyendo a mejorar la dieta y la calidad de vida del personal que vive en las bases argentinas.
Así, lo que comenzó como una experiencia experimental en los invernaderos bonaerenses se transforma hoy en una herramienta de soberanía alimentaria y tecnológica.
Desde San Pedro hasta la Antártida, la hidroponía argentina demuestra que incluso en los confines del mundo puede brotar la vida verde.
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