ACTUALIDAD
10 de marzo de 2025
Hacia una economía dolarizada: el plan del gobierno y el acuerdo con el FMI

Salvador Di Stefano analiza cómo las tasas altas, el cepo y la estrategia monetaria llevan a la Argentina hacia una dolarización paulatina en un contexto global de incertidumbre.
En un escenario económico marcado por la incertidumbre internacional y las políticas domésticas, Argentina se encamina hacia una dolarización progresiva de su economía, según el análisis del economista Salvador Di Stefano.
Con un probable acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en el horizonte, la continuidad del cepo cambiario y tasas de interés en pesos elevadas, el gobierno busca estabilizar las reservas del Banco Central y sentar las bases para una salida gradual de las restricciones en 2026. Sin embargo, este rumbo no está exento de desafíos, tanto internos como externos.
El contexto global no ayuda a despejar las dudas
La gestión de Donald Trump en Estados Unidos sigue generando turbulencias en los mercados con su política de aranceles impredecible, afectando desde México y Canadá hasta China y la Unión Europea.
Esta volatilidad ha debilitado al dólar a nivel mundial, con el euro escalando de 1,03 a 1,09 en pocos días.
Para Di Stefano, esta devaluación del dólar es una oportunidad para Argentina: abarata los productos exportables al mercado europeo y hace más accesibles los viajes al Viejo Continente, aunque encarece destinos como Miami si el euro se revalúa.
En el frente interno, el gobierno avanza en una negociación clave con el FMI.
El proceso, que comenzó con un pedido de autorización al Congreso, tendrá su clímax en abril, durante la asamblea del organismo en Washington.
El acuerdo promete un desembolso superior a los 15.000 millones de dólares, distribuido en tramos y sujeto a revisiones trimestrales.
El objetivo principal: engrosar las reservas del Banco Central hasta alcanzar los 50.000 millones de dólares en 2025, una meta ambiciosa pero alcanzable si se cumple el plan monetario.
Para lograrlo, el gobierno mantiene un férreo control sobre el dólar.
El cepo limita la compra de divisas, el 20% de las exportaciones se liquida en mercados alternativos y las intervenciones oficiales son frecuentes.
Además, la base monetaria se redujo a la mitad respecto a épocas anteriores y las tasas de interés en pesos son “enormemente positivas”.
Por ejemplo, un plazo fijo a 30 días rinde un 35% anual y las lecaps a 86 días ofrecen un 36%, frente a una inflación proyectada del 20% a 12 meses.
Esto genera tasas reales del 12,5% al 13,3%, un incentivo para los ahorristas pero un obstáculo para las empresas, que enfrentan costos de financiación del 42% anual, un 18,3% por encima de la inflación.
Esta divergencia entre tasas en pesos y dólares (estas últimas entre 8% y 9% anual) empuja a las empresas a tomar créditos en moneda extranjera, que luego se liquidan en pesos, alimentando las reservas del Central.
Entre agosto de 2024 y febrero de 2025, los préstamos en dólares crecieron de 7.086 a 13.904 millones, y el BCRA compró 7.513 millones en ese período. Sin embargo, las reservas solo subieron de 26.719 a 28.586 millones, lastradas por pagos de deuda.
Di Stefano prevé que el acuerdo con el FMI reducirá el riesgo país a 450-500 puntos, y a 350-400 si se levanta el cepo. Esto beneficiaría a los bonos soberanos en dólares y a ciertas acciones locales, aunque recomienda cautela y análisis de balances. A nivel internacional, sugiere apostar por euros y la bolsa de Brasil, mientras la volatilidad persiste en Wall Street al ritmo de Trump.
En conclusión, el economista no ve riesgos de devaluación del peso, sino un camino claro hacia la dolarización, promovida como una “competencia de monedas”.
Con una base monetaria congelada en 47,7 billones de pesos, tasas altas y un consumo resentido por la falta de crédito accesible, Argentina se prepara para un 2025 de ajuste y acumulación de reservas, con la mira puesta en un 2026 más liberalizado. El desafío será mantener el equilibrio en un mundo que no deja de moverse.
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