Gaeto "Las Malvinas deberán, tarde o temprano, retornar a nuestro territorio"
Estamos aquí reunidos para conmemorar el “Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas”, establecido por el gobierno nacional en el año 2000.
Pasaron de aquel desembarco 39 años, quedando en nuestra memoria los momentos vividos durante el conflicto.
Recordar el sonar de la marcha de Malvinas, cuya letra le pertenece a Carlos Obligado, hijo del poeta Rafael Obligado, que tanto tiene que ver con Ramallo y con la idea de soberanía para nuestro país.
Tener presente, en nuestras retinas y oídos, la radio o el televisor, dando diariamente los comunicados que los ciudadanos esperaban con una mezcla de ansiedad, preocupación y esperanza.
Aún viven en mi memoria visual, los dibujos que los alumnos enviaban a quienes estaban allí, ofreciendo su vida en defensa de la patria y las colectas que el espíritu solidario argentino realizaba, para paliar las deficiencias o las necesidades de los jóvenes que se encontraban en tierras australes.
Todo esto que describo, es lo que se vivió a la distancia. A miles de kilómetros del intenso frio, lejanos del sonido de la artillería, de la luz de los misiles, del fragor de la lucha.
Pero existe otra realidad, otra memoria, otra vida. La vivida por nuestros veteranos. Esto explica de alguna manera, que hoy nos encontremos en una plaza que intenta, que el viento del olvido no se lleve la memoria de los combatientes al cementerio de la indiferencia.
Sorprende escuchar la frase: “como puede ser que un país tan rico y sin guerras esté como esté”.
Frase inconsciente que intenta negar, todavía, una guerra que se llevó la vida de 650 hermanos y de muchos otros que no pudieron superar lo trágico y lo traumático de un combate.
Por eso es importante, mantener viva la memoria. Escuchar a los protagonistas, conocer de su experiencia, valorar su coraje, comprender sus pesares, entender sus acciones, atender sus reclamos, reconocer su compromiso y honrar a quienes ya no están entre nosotros.
No caben dudas que son verdaderos héroes, que merecen todo nuestro reconocimiento.
Que sirva este momento, al menos para calmar el dolor de lo vivido en la guerra, que repare el ostracismo al que sometieron a miles de soldados al regreso del combate y que alivie la pena de quienes no pueden superar las horribles imágenes que construye la guerra.
Para quienes ya no están, para quienes no volvieron, nuestro más sentido homenaje para ellos y sus familias.
La historia, para que no sea un mero recuento de situaciones, debe ser analizada, los hechos vividos deben convertirse en experiencia que nos permitan no olvidar lo sucedido pero que genere propuestas o planteos superadores.
Las Malvinas deberán, tarde o temprano, retornar a nuestro territorio, gozando así, nuestro país de una soberanía plena.
Debemos hacerlo en memoria de quienes entregaron su vida en el atlántico sur.
El camino será a través de acciones lógicas y no de decisiones de algunos iluminados de turno, que en la oscuridad de la trasnoche embarcaron a miles de argentinos en una aventura, cuyo único fin era perpetuarse en el poder a costa de cualquier precio.
Mantengamos viva la llama de nuestros héroes y sostengamos indeclinablemente el reclamo legítimo por nuestras islas.