Mendoza "Basta de ser testigos y lamentar las muertes"
Se nos estremeció nuevamente el cuerpo al conocer la historia de Úrsula Nos quedamos heladas, atónitas, enojadas, hartas. Como en el 2015 cuando salimos a las calles furiosas por el femicidio de Chiara Páez. Ahora Úrsula fuimos todas y también todas fuimos las amigas de Úrsula reclamando justicia.
Seguimos atravesadas por la impotencia, el dolor y la rabia de saber que nos siguen matándo.
Que el Estado nos desampara. Que no basta con denunciar, y denunciar, una y otra vez.
A Úrsula no le bastó.
Lo anunció y lo intentó, pero la abandonaron a su suerte en un pacto de silencio y complicidad patriarcal y femicida.
Es imposible hablar de otra cosa hoy, con 43 femicidios y travesticidios en menos de un mes y medio.
Hoy la sensación que nos queda es de total desesperanza, por sentirnos abandonadas y no escuchadas por las mismas instituciones del Estado que dicen querer defendernos.
Amigas, primas, hijas, hermanas, vecinas, compañeras, madres, todas nos sentimos igual hoy, en duelo, en luto, pero encendidas, en llamas y con la total certeza de que no seremos calladas, cueste lo que cueste.
Hoy todas nuestras gargantas están en llamas. Estamos hartas.
Nos matan. Nos pegan. Nos violentan. Nos violan en la calle, en el trabajo, en la escuela, en nuestros hogares. Nos violentan todos los días, de muchas maneras y en todos los ámbitos, públicos y privados.
Siempre fuimos pisoteadas, nos han quemado por millones, se ha intentado por milenios silenciar nuestra voz, se nos ha cosificado, reducido, burlado, encerrado. Se nos ha intentado separar sistemáticamente, rivalizándonos, instándonos a competir.
Necesitamos unirnos aún más. Ya demostramos que juntas, visibilizando, luchando y militando sirve; hay que seguir, por las que ya no están, hay que gritar y expresarnos por las que ya no tienen voz.
El patriarcado y la violencia machista siguen accionando, siguen llevándose mujeres y niñas. Nos siguen matando y lo hacen todos los días.
Al victimario le tapan la cara para mostrarlo en los medios; y a la víctima la cuestionan: "¿Por qué no habló?”, "¿Por qué no denunció?" Y si pudo hablar o denunciar, "¿Por qué no lo hizo antes?".
La víctima siempre está "loca", es "puta", "histérica" o "tóxica".
La víctima siempre es la que "hizo las cosas mal”
La víctima siempre es juzgada por la sociedad.
No es fácil hablar, no es fácil denunciar. Y mucho menos resulta fácil ser escuchada cuando hay un Estado ausente.
A la víctima no le creen, mientras el victimario sigue encontrando nuevas víctimas.
La situación policial y judicial, el desamparo y el abandono, y toda la violencia que sucedió en Rojas no difieren mucho de los demás distritos de la Provincia de Buenos aires, incluido nuestro Ramallo. Acá también tenemos un Estado ausente que desampara, que no acompaña y no queremos gritar cuando ya sea tarde.
Para Ni Una Menos, para Ni Una Más es urgente declarar, en Ramallo también, la emergencia, el Estado debe adoptar medidas urgentes, debe generar nuevos mecanismos de control para prevenir las violencias por razones de género. No basta con un botón en el teléfono, necesitamos en Ramallo un Estado presente, capacitado en perspectiva de género, es urgente la implementación de la Ley Micaela.
Es urgente reformar profundamente las prácticas corruptas de las fuerzas de seguridad y es urgente el desarme de aquellos miembros de las fuerzas de seguridad que cuenten con denuncias previas o que hayan sido cómplices. La impunidad policial no puede transformarse en política de Estado.
No más muertes de pibas por abandono estatal y encubrimiento policial.
También es urgente pensar la educación con perspectiva de género. En las familias, en las escuelas, en las comunidades. Para las pibas, sí, pero sobre todo para los pibes. Que puedan sentir de otra manera. Que no se justifique la violencia.
Basta de ser testigos y lamentar las muertes.
El tiempo es hoy. Gritemos juntas, Vivas y libres nos queremos
Ni una más, Ni una menos