Elecciones 2021: pandemia y principales desafíos
La pandemia generada por el COVID-19 ha transformado radicalmente diferentes cuestiones en nuestro quehacer cotidiano, desde la forma en la que nos relacionamos con nuestros vínculos hasta incluso los fenómenos políticos, y los procesos electorales no quedan exentos de ello.
De cara a las elecciones legislativas programadas para el año 2021, con la pandemia como factor clave, podemos plantearnos varios interrogantes. A pesar de ser incierto el panorama epidemiológico, lo que si podemos afirmar es que el contexto en el que se va a desarrollar el proceso electoral va a traer aparejado cambios, ya sea que estemos en un periodo de pandemia o de pospandemia. Y al hablar de cambios, no solo nos referimos al día en el que se llevan a cabo los comicios, sino también a todo el desarrollo previo y posterior necesario para ello: capacitación de autoridades, campañas partidarias, logística de los materiales a utilizar por las autoridades de mesa, escrutinio definitivo, como cuestiones más importantes a resaltar.
Desde que comenzó la pandemia se han llevado a cabo elecciones en numerosas partes del mundo, incluso en la región donde compartimos un sistema electoral muy similar, como es el caso de Uruguay.
Sin ir más lejos, el pasado domingo 29 la ciudad de Río Cuarto (Cordoba) celebró elecciones bajo un estricto protocolo. Tras posponerse dos veces a lo largo del año, en esta ocasión se ejecutaron medidas tales como la georreferenciación de locales de votación que permitieron a los electores poder concurrir a un establecimiento en un radio de 5 cuadras desde su domicilio, evitando así largos traslados y uso de transporte público. A su vez, se ampliaron los locales y mesas de votación con el fin de evitar la concentración de personas.
Durante la jornada, la figura del facilitador cumplió un rol clave. Los mismos se encargaban, junto a las fuerzas de seguridad, de la desinfección de los votantes, regulaban el ingreso al establecimiento como así también el cumplimiento del distanciamiento social dentro del mismo.
A pesar de que la jornada contó con una baja participación teniendo en cuenta la totalidad del padrón de electores, es necesario mirar con atención dichos procesos, no solo el caso de Rio Cuarto sino más bien las elecciones realizadas en las diferentes partes del mundo con el fin de analizar esas experiencias y poder elaborar un protocolo de bioseguridad adecuado que no exponga al electorado a un riesgo sanitario pero que a su vez no descuide los derechos políticos. Y es ahí donde tenemos que poner el foco de atención: poder garantizar unas elecciones sanitariamente sustentables sin restringir derechos electorales, generando un balance entre ambos.
Y para ello existen muchas propuestas, algunas más radicales que otras: dividir la elección en dos dias, ampliar los horarios de votación, votar de forma anticipada o por correo, aumentar el número de recintos. Hasta incluso las medidas más radicales que proponen una reforma electoral que implique un cambio de sistema de votación (por ejemplo la utilización de boleta única como en Cordoba o Santa Fe) o la eliminación de las PASO.
A pesar de que muchas de esas propuestas funcionan en otros países, como el caso del voto anticipado, en Argentina no tenemos una legislación correspondiente. Asimismo, el hecho de reformar el sistema electoral no es una cuestión que pueda darse de un día para otro sin un debate previo, teniendo en cuenta las experiencias de provincias a las que les llevó años poder reformar su sistema.
La pandemia viene a condicionar esas cuestiones; considerando que estamos atravesando una crisis sanitaria, económica y social, sumarle una crisis institucional tras cambios que generen desconfianza en la sociedad no mejoraría el panorama. Es por eso que desde los organismos e instituciones internacionales que se especializan en esta temática, lo que recomiendan es innovar lo menos posible en este contexto.
¿Sería un buen sistema a adoptar la boleta única de papel a nivel nacional o provincial? Posiblemente. Ésta evita el efecto arrastre que lleva a votar a todos los cargos de un mismo partido, elimina la necesidad de imprimir toneladas de papel (por lo que se convierte en una alternativa sustentable) y anula la posibilidad de robo de boletas como así también la introducción de boletas falsas. A su vez, impide la manipulación de las mismas (considerando que las boletas partidarias pasan por muchas manos fuera y dentro del cuarto oscuro), en cambio la boleta única solo tiene contacto con dos personas: la autoridad de mesa y el elector, por lo que en un contexto de pandemia sería beneficioso y sanitariamente más viable.
Sin embargo, un cambio tan drástico de un proceso tan importante para la democracia como lo son las elecciones lleva su tiempo de discusión y consensos. Es innegable el hecho de que el sistema actual muestra debilidades y falencias, claro signo de que ha quedado obsoleto. Es por ello una tarea que desde el Estado, la clase política y la sociedad civil debemos asumir y darnos este tipo de debates para construir las instituciones y procesos del sistema democrático que queremos.
*Estudiante de Ciencia Política (UNR). Miembro del Observatorio Político Electoral.