La clase en pantuflas…
Este fin de semana, intenté cortar con la vorágine diaria de este “homeschooling”, pero mis pensamientos siguieron rondando siempre por el mismo lugar. Entonces, en un acercamiento a la idea que, desde que comenzamos con este proceso hasta este momento, no pude hacerles llegar, quisiera humildemente incentivarlos a seguir como lo venimos haciendo y, principalmente, AGRADECERLES el “estar ahí”.
Desde el primer día sentí su acompañamiento en pequeños detalles como “…¿te hago los partes diarios?”, “Me quedo un ratito más hasta que cierres la escuela”, “Hice una app, me das el OK y la largamos”, “…¿hacemos un blog?”, “Vos no deberías estar en la escuela. Cuidate que nosotras hacemos la guardia”, como tantas otras situaciones en que los noté muy cerquita.
Convengamos que no fue fácil para ninguno dejar las aulas sin despedirnos de nuestros alumnos. Ni comenzar nuestra primera clase con la presentación mediante un mensajito de wsp. Mucho menos aún, afrontar el reto de inventar recursos y poner en práctica un cambio de metodología y estrategias casi radicales sin tener tiempo para eso. Soy testigo de cómo intentan mantener el contacto tan necesario para los que desempeñamos este hermoso rol de enseñar. Cómo animan a nuestros alumnos para que no cunda el miedo y el desánimo. Cómo intentan incitarlos a la participación para que, de alguna manera, puedan aferrarse a una cierta normalidad ante tanta extrañeza. Así que, a pesar de los archivos que nos llegan sin nombre, de las consultas un “viernes Santo”, de los mail sin ´asunto’, de los mensajes sin remitentes, de las fotos giradas y borrosas, de los mensajes sin responder en algunos grupos donde los emojis de grillitos son una constante, me consta que buscan el modo de seguir adelante y que, a falta de aulas dónde reunirnos, nuestros alumnos encuentran en sus palabras y en su presencia –aunque sea virtual- ese espacio común que sigue siendo, además de un lugar de aprendizaje, un refugio diario para muchos.
Por todo esto y muchísimo más, muchísimo, creo que nuestros jóvenes, adultos y adultas están en las mejores manos. Porque Uds., lejos de haberse quedado de brazos cruzados, intentaron llegar hasta ellos para abrir esa ventana a través del conocimiento, con el fin de convertirlos en ciudadanos críticos y cuestionadores de la realidad, capaces de sacar conclusiones válidas de este presente incierto. Un tiempo del que ojalá salgamos fortalecidos y dispuestos a buscar nuevos caminos para una sociedad más justa y solidaria.
La escuela es irremplazable. Los docentes somos irremplazables. Y aplaudo una y mil veces la obligatoriedad de la escuela. Aplaudo a la Argentina por sus escuelas, por sus docentes. Aplaudo las decisiones tomadas por un gobierno que piensa en la salud de sus habitantes. Aplaudo un Estado que busca las inagotables formas de estar presente. Con sus deficiencias sujetas a ser corregidas, colectiva e individualmente.Porque soy una convencida de que la Escuela es el único lugar donde podemos construir FUTURO y que es, sin dudas, nuestro mejor PRESENTE.
¡Aplaudo a mis colegas por estas maravillosas clases en pantuflas!
Prof. Griselda F. Herlein
A cargo de DIRECCIÓN