La soberbia del poderoso, la impotencia de los pobres
SI hay algo que permite una situación como la que estamos viviendo, es poder tener una visión panorámica del problema. Es que a través del aislamiento, cuarentena o como la quiera llamar la máquina se detuvo o aminoró la marcha por unos días, y ello nos da un tiempo suficiente para reflexionar. Confinado en este retiro obligatorio me permito compartir con ustedes un análisis general, tratando obtener distintas conclusiones, algunas públicas y notorias, y otras que por cierto no escapan a mi asombro.
Increíblemente el primer punto me obliga a pensar que no es corriente analizar una problemática como la presente, desde el preciso momento que estamos en presencia de una situación de hecho en la que no existe un solo país en el mundo que esté ajena. Me atrevo a decir que ni en ocasiones de las pasadas guerras mundiales, hemos tenido que padecer un detallado deterioro en la salud de todos los habitantes del planeta tierra por igual, tal como lo que está ocurriendo con el padecimiento de esta pandemia.- Advierto en todo caso que si existe una diferencia en el modo que se expresa y se manifiesta de acuerdo a cada estereotipo de habitante, al país de residencia y respecto a su pasado. Seguramente si podemos estar de acuerdo que la forma de transitar o soportar el aislamiento es diferente para aquel que no ha vivido una situación bélica o de extrema peligrosidad, respecto de aquel que vive permanentemente en situación de peligro, menos aún si se trata de aquel veterano que supo padecer la guerra o el que convive con la persecución constante por cuestiones de raza, fuero, condición o religión.-
Ciertamente desde hace algunos días no dejo de pensar en cómo hemos llegado a esto, y en ese orden he advertido diversos disparadores. El primer punto es que esta crisis en la salud mundial es el fiel reflejo de lo que implica vivir en un mundo injusto, desigual y sin equilibrio. Así no se necesita ser un iluminado para advertir que estamos en presencia de un virus que se originó en uno de los países más poderosos del planeta, así como también que esa misma peste se ha propagado y transitado por gran parte del mundo desarrollado por la soberbia de distintas potencias europeas, y de los Estados Unidos quienes en lugar de poner barreras o contener para que el índice de multiplicación de contagio se detuviera o se aplacara siguiendo transitando su vida normal ignorándola. Sin lugar a dudas la primera reflexión es adonde nos puede llevar la decisión de aquellos soberanos que desde el esplendor y sus cómodas vidas consideraron que los virus nos trasponen las fronteras, como si la peste fuera un mal de pobres.-
Obsérvese hasta donde llegan los egos, las miserias humanas y sobretodo la lucha por el poder que en todos estos casos fueron capaces de esconder los reales datos y estadísticas de víctimas, minimizando un conflicto que hoy padecemos todos y con un final incierto. Como entender lo que nos pasa si quienes se creen el eje del universo a través de patrañas y mentiras quisieron mostrar al mundo que el problema pertenecía solo a una ciudad de un país, que ello no se iba a propagar, que el mal no traería aparejado muertes. Prefirieron sostener un falso mensaje tal como el que a mi país nunca va a llegar o yo soy un poderoso y no existe mal que me pueda doblegar. Segundo punto parecería ser que en la pandemia todos somos igual ya que no existe un mercado que nos condiciona y la muertes se multiplican de norte a sur y de este a oeste del planeta.-
Lamento decirles a estos ignorantes empoderados, que ha sido su actitud la que nos ha arrastrado a todos. No se le cae una sola idea que inspire una actitud solidaria o humanitaria, tratan de imponer el mensaje que el ciudadano debe volver a su vida normal y a no detener la economía, no envían ni transmites ninguna señal de cómo el mundo sale de esto, para ellos la salud pública no existe se salvan los que pagan y el resto que en paz descanse. Es interesante ver como los denominados países desarrollados que invierten tanto dinero en armas y tecnología, cuenten con tanta deficiencias en sus políticas sanitarias o peor aún como ante una pandemia como la que estamos viviendo no decidan coincidir en una cumbre mundial que permita ver cómo se resuelve inmediatamente este problema. Tercera cuestión difícilmente podamos salir de esta problemática si cada país piensa en su propio contexto y no trata de colaborar para encontrar la solución general.-
Como podrán explicarnos tanta cantidad de muertos en un mundo tan desarrollado tecnológicamente, no me digan que ello obedece solamente al hecho de contar con una población longeva porque ello sería subestimarnos, por favor de una vez digan la verdad a sacarse la careta, el desarrollo y la tecnología se utilizan para otras cuestiones, la salud de los habitantes no es prioridad, por el contrario el negocio es que sigan existiendo enfermos, cuestiones de mercado, como dicen, esta enfermedad la originaron algunos pero la padecemos todos ricos y pobres .- Salvo la Organización Mundial de la Salud, no he visto ni leído la existencia de cumbre mundial alguna, que haya intentado aglutinar a todas las potencias para buscar una solución al problema. Cuarto punto quiere realmente el mundo resolver el tema o pasa por una cuestión particular de cada estado como se aborda el problema.-
En nuestro bendito país afortunadamente existe una parte importante de la población que está tomando conciencia a lo que estamos expuestos, y afortunadamente el ala política muy criticada, desprestigiada y castigada desde hace años ha actuado con el Presidente a la cabeza racionalmente. Todos sabemos que para nosotros es una situación anormal, cuesta adaptarse a estas nuevas reglas del juego, a no poder compartir el mate, la charla personal con amigos o el asado de varios y, las comidas en familia pero debemos hacerlo dado que no hay otro modo de evitar que el contagio se masifique. Quinto punto la salud ante todo.
Ahora bien, creo y apelo francamente a que lo que estamos transitando no debe quedar solo en un cambio de costumbres, o en la definitiva madurez del sector político argentino, por el contrario nos tiene que servir para tratar, en principio, de desterrar definitivamente dos cuestiones que padecemos históricamente y que en caso como estos afloran en magnitud, uno es el problema del ciudadano que no cuenta con los medios adecuados para subsistir una cuarentena el changarín, el del trabajo informal, el ciudadano honrado que no cuenta con un empleo fijo pero que todos los días sale muy temprano a buscar honradamente el pan para su familia, para ellos justicia social, y asistencia hasta que pase el temblor y en el futuro mejores condiciones de vida. El otro es el vivo, el que se la cree, el que se la sabe todas, el que no hace caso a un control, el que evade la ley, el que denuncia un domicilio inexistente, el que toma el aislamiento como unas vacaciones, el que se fue del país sabiendo de la pandemia y hoy cuando se cerraron las puertas del mundo reclama y exige al estado una repatriación, sabiendo la irresponsabilidad con la que ha actuado. Nueva cuestión para los primeros justicia social y asistencialismo del estado, para los segundos debe aplicarse la ley en forma implacable.
No es momento para piolas y ventajeros, y menos aún para egoístas, acá nos estamos jugando la vida, acá esta en tela de juicio la salud de padres, abuelos, hijos, nietos y con eso no se jode, acá se trata de defendernos de un enemigo que aún es invisible. Esto no se puede tomar a la ligera, no repliquemos los errores de quienes conducen los países desarrollados, demostremos que somos pobres pero dignos. Tratemos de ganar este partido, nosotros no nos podemos dar el lujo de inundar de pacientes nuestros hospitales, porque colapsan con facilidad, esto es sencillo el mundo cerro sus fronteras, vivimos en una ciudad donde ante una emergencia necesitamos ser derivados o disparar para otra ciudad, por lo tanto si actuamos irresponsablemente no existirá centro de atención que nos pueda albergar, por eso no nos podemos dar el lujo de caer en el error de no cuidarnos, de otro modo las consecuencias serán terribles. Ramallo debemos actuar razonablemente y con conciencia aquí no hay lugar para el desobediente. Desde el exilio obligado espero que todos colaboremos a que esto pase sin tener que lamentar una sola víctima, sabemos que no contamos con la totalidad de los insumos necesarios, ni con una cantidad adecuada de respiradores, de hecho ni si quiera tenemos una terapia intensiva para albergar a los más necesitados pero les puedo asegurar que nuestros recursos humanos son fuertes, sólidos, tienen compromiso, y nuestra sociedad es solidaria y generosa, por eso debemos ayudarlos y ayudarnos, tratando de evitar y de no provocar un foco de contagio.
ABRAZO ENORME Y A CUIDARSE RAMALLO
*Abogado