2 de diciembre de 2019

Argentina y la inestabilidad regional

Por Pablo Romá
Sociólogo.

Muchos resaltan nuestra “extraña” quietud interna en relación a lo que ha sido nuestra historia pasada y, sobre todo, por el peso que el contexto regional nos impone. Sin duda, si el resultado de las elecciones hubiera dado un triunfo de Macri, nuestra situación se parecería a la de nuestros vecinos. Pero el triunfo de Alberto Fernández da a los ciudadanos la esperanza en cambiar la compleja situación económica y social en que nos dejó la administración de Cambiemos. El nuevo gobierno debe hacer frente al peso de la deuda del FMI, a un crecimiento económico negativo que ronda el 3% del PBI, a una alta inflación, a un aumento de la pobreza de casi 11 puntos desde 2015. 

A este panorama interno se suma esta situación de inestabilidad regional. En ese marco, nuestros vecinos pueden estar indicando algunas cosas interesantes para analizar y anticipar. 

En este mundo de las redes la difusión rápida y espectacular de imágenes, testimonios, asambleas, luchas callejeras es el pan nuestro de cada día.  Nunca antes hemos tenido esa sensación de asistir en vivo y en directo lo que están padeciendo nuestros vecinos y más allá. Chile amanece desde hace semanas azotada por grandes manifestaciones, y se reproducen las imágenes de mujeres ancianas enfrentando a tanques, los cacerolazos y las huelgas contra el Estado de Sitio impuesto por el Presidente Piñera. Ese Chile que fue modelo de equilibrio regional ha dejado de serlo y aún no sabemos dónde terminará esta cerrazón del Presidente Piñera de no dimitir y sostenerse en base a las Fuerzas Armadas. 

La otra situación sorprendente del momento es Colombia. Como nunca en las últimas décadas, Colombia amanece sacudida por manifestaciones urbanas. Miles de colombianos y colombianas se suman a huelgas, marchas y cacerolazos contra la política económica y represiva del Presidente Duque. 

Y tenemos Bolivia, donde una situación confusa en el resultado de las elecciones a presidente descencadena una serie de manifestaciones pidiendo balotaje, manifestaciones que derivan en levantamiento cívico-militar y en el Golpe de Estado. Esta salida autoritaria, el exilio de Evo Morales y la persecución del MAS realimentan movilizaciones de campesinos, indígenas, obreros y comerciantes que son duramente reprimidos por el régimen cívico-militar de la autoproclamada Presidenta Añez. Baste contar la cantidad de muertos, heridos e incluso desapreciados en este ciclo de protestas para sopesar el grave daño que se está produciendo en las democracias de la región.

¿Cual es la explicación de estos procesos? ¿Tienen causas comunes? A primera vista parece que no poseen un elemento unificador excepto su simultaneidad temporal, pero si miramos más profundamente parecen responder a un elemento común, las restricciones del crecimiento económico regional luego del impacto de la crisis de 2008 a nivel global, crisis que en el terreno regional parece impactar claramente a partir de 2012 cuando el crecimiento promedio de la región alcanza el número de 2,9 sin poder volver a esa cifra en estos años. 

Este ciclo de restricciones económicas con crecimiento bajo o, inclusive, decrecimiento en algunos países, abrió un momento de puja distributiva entre los distintos sectores de la sociedad, puja que fue alimentada o empujada además por elementos políticos propios de cada país. En Chile y Colombia, las críticas frente a castas políticas que no escuchan ni satisfacen las demandas de la sociedad y que apelan a salidas represivas frente a estas. En Bolivia, lo contrario, la reacción de un sector de la sociedad a la ampliación de la política hacia campesinos e indígenas, antes excluidos.

En fin, nuestro país no está exento de este fenómeno de puja distributiva entre los distintos sectores de la sociedad. Y ha sido este elemento el que ha detonado los procesos de movilización ciudadanas, golpes institucionales y de estados así como salida represivas en la región. Parece ser este el nuevo signo de la época que nos toca atravesar y deberemos seguir con atención las consecuencias que dejará para la región esta degradación de las democracias.


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