17 de septiembre de 2019

Veinte años de un hecho que tuvo en vilo al país

Hoy se cumplen 20 años del peor hecho que se produjo en Ramallo y tal vez uno de los más cruentos de la república Argentina.

 

Todo comenzó el día 16 cuando delincuentes ingresaron a robar el Banco Nación en la tradicional esquina de  Sarmiento y San Martín. A partir de entonces La Radio se transformó en un doble escenario, uno dando cobertura en medio de tanta tensión y otro en el costado humano que tal vez muchos no recuerdan cobijando a los familiares del gerente de la entidad bancaria. Hubo una tarea enorme desde lo humano, empezando por Mirta Capozuca Directora de la 104.1, Ariel Ribak quien conducía las mañanas de la radio, Miguel Villalba encargado de seguir todo lo que sucedía desde la calle y cada uno de los integrantes de la FM104.1- Radio Acero. 
La madrugada del 17 de septiembre marcó a cada uno de los integrantes del equipo de la radio fue una madrugada violenta como nunca se había visto más de 100 policías protagonizaron lo que se denominó  la masacre de Ramallo. En la puerta de la casa del doctor Moltrasio (Sarmiento y Ginocchio) quedó parado el auto acribillado. En ese coche habían querido huir los tres delincuentes del frustrado asalto a la sucursal del Nación. Especularon que si usaban a los tres rehenes como escudos humanos, la Policía no abriría fuego. 

 

 

 

Algunos de los protagonistas de la cobertura recuerdan: “seguíamos todo desde la calle  y por televisión hasta que ordenaron apagar todas las luces. La radio estaba encendida en todos los hogares esa era la sensación que teníamos. De pronto empezaron los tiros, los gritos por todas partes. Fue un horror. Creíamos que todo había sucedido un poco más allá, por el lado del club.  Fue una masacre”
Todos los medios nacionales en sus crónicas coinciden que Radio Acero fue la primera en informar del asalto al banco. 

En el estudio se vivió con especial tensión el desenlace trágico de la fuga. Cuando empezó el tiroteo allí estaba una de las hijas del gerente Chaves y su esposa, Flora Lacave. Los dos, junto al contador Santillán, eran los rehenes. 

Ariel Ribak estaba a cargo de conducir la cobertura de la toma de rehenes: “Fue terrible el momento del tiroteo. Betina, la hija de Flora, salió a la vereda gritando que esas balas estaban matando a su papá” dijo Ariel años más tarde dando cuenta de la tensión con que se vivió todo esa madrugada dentro del estudio de calle Rivadavia en Villa Ramallo.

 Mirta Capozucca, la directora de la radio, también recordó lo difícil que fueron esas horas. Como pasa en los pueblos muchas veces se genera vínculos de amistad y eso era un poco lo que sucedía con la familia del gerente del Banco Nación. 

“Realmente creíamos que la Policía había entrado al banco y que los rehenes habían sido liberados. Se lo dije a Betina. Ella me dijo que no, que su padre había muerto, que era el VW Polo de su papá. No sé cómo lo supo. Ella no había visto nada por la televisión” recordó Mirta. 

Años más tarde la directora de la 104.1 cuando la radio cumplió 30 años expresó “Mirando para atrás veo un largo camino recorrido, un hermoso camino, con historias muy lindas, con algunas dolorosas, como la masacre del Banco Nación, fue un momento que nos marcó profundamente, la radio en ese momento tuvo un protagonismo muy grande al estar la familia de Flora Lacave en la emisora, mientras se producía el trágico desenlace”, el hecho quedó marcado  fuego para toda la comunidad de Radio Acero. .

Todo les salió mal

Los ladrones llegaron al banco temprano con la idea de vaciar el tesoro y huir rápidamente. Fuentes de la investigación creen que siguieron un camión de la empresa OCA porque suponían que llegaba al banco para hacer el clearing.

El cartero Vilches fue sorprendido en una puerta lateral y lo introdujeron en la sucursal a empujones. Mientras entraban, secuestraron a Diego Serra, que pasaba por el lugar. Lo confundieron con un empleado del banco.

Una vez adentro, amenazaron al gerente y a su esposa, que viven en el edificio. También estaban Santillán y Pascuali.

Pero los ladrones se toparon con un obstáculo inesperado. Para abrir la bóveda hacían falta tres llaves, dos de las cuales estaban en manos del tesorero, ausente en ese momento. Tampoco tenían la combinación. Y la policía llegó muy rápido, alertada por una testigo.

En un intento desesperado por salirse con la suya, los asaltantes amenazaron con matar a los seis rehenes si no los dejaban huir con el botín.

Entonces, comenzó una vigilia en la que cualquier error podía desencadenar una tragedia.

"Tengo una granada que me está colgando del cuello", alcanzó a explicar el gerente del banco, aún por la mañana, al comunicarse por teléfono con el periodista Santo Biasatti, por Radio Rivadavia. También se dijo que habían colocado dinamita en las dos entradas de la sucursal.

Al menos otros dos miembros de la banda, que esperaban a la salida del edificio, escaparon en un Renault 18 rojo al notar que el plan se había salido de su curso. Hasta la madrugada no los habían detenido.

Un especialista en negociación con secuestradores de la policía bonaerense, entrenado en el FBI, quedó a cargo del contacto telefónico con los delincuentes, desde la escuela Media 1 “Doctor José Antonio Nava” situada al lado del banco.

En la calle, a 100 metros del lugar, se apostaron los policías -de distintas jurisdicciones- y una veintena de vehículos, entre patrulleros y carros de asalto. Dos helicópteros sobrevolaban la zona.

Situado en el centro de esta de Villa Ramallo el Banco Nación es un inmueble que por sus características se hace de difícil acceso para tomarlo por asalto, indicaron los jefes del operativo.

Desde la calle no se puede ver nada de lo que ocurre dentro de la casa crediticia, un edificio sin grandes ventanas ni vidrieras que den al frente, construido en la década del 50 graficaban los jefes policiales.

Poco antes del mediodía ya estaban evacuadas las veredas de alrededor del banco y algunos vecinos de casas cercanas.

Sólo se veían frente al edificio tomado uno de los coches que usaron los ladrones, un Renault 19 blanco, robado en la víspera del golpe en la localidad santafesina de Villa Constitución, y una moto blanca.

Hasta las 14, los delincuentes mantenían una condición para soltar con vida a los rehenes: querían que llevaran al tesorero del banco. Pero la policía les informó que el hombre estaba internado con una crisis nerviosa. Entonces bajaron sus pretensiones. No les importaba la persona si no abrir las arcas, dijeron. También pedían dos autos para escapar.

El juez federal de San Nicolás, Carlos Villafuerte Ruzo, a cargo del caso, se negó a cumplir las exigencias de la gavilla.
A las 20.30 -más de 10 horas de tensión-, se cortó la energía eléctrica en las cercanías del banco. Antes de eso, los ladrones veían por televisión la transmisión, en directo y casi ininterrumpida, de lo que pasaba afuera.

Todo siguió en penumbra. Se vislumbraban corridas de policías. Poco después salió el primer rehén. Era Vilches, de 36 años, padre de tres hijos, que vive en San Nicolás. Detrás de él, lo hizo Serra, 28 años, padre de dos hijos. A medianoche, salió el tercero. Adentro del banco seguía el nerviosismo.

Poco después de las 4 de la mañana del 17 de septiembre y cuando las negociaciones parecían estancadas, ocurrió lo inesperado. El Volkswagen Polo del gerente salió del garaje del banco atropellando un patrullero. En el asiento de adelante iban el gerente Carlos Cháves con un pan de trotyl colgado de su cuello; su esposa, Flora Lacave; y el delincuente Javier Hernández. En el asiento de atrás los delincuentes Martín Saldaña y Carlos Martínez apretaban al contador Carlos Santillán.

Balacera infernal


En ese escape una lluvia de balas de todo calibre disparadas por los policías que rodeaban la zona destruyó el auto y se cobró la vida de Cháves, Santillán y Javier Hernández. Horas más tarde, en la comisaría de Ramallo murió Martín Saldaña en un oscuro hecho. En tanto Martínez se mató en un accidente de moto muchos años después, cuando ya estaba con libertad condicional.
El desenlace del hecho generó suspicacias en torno a la llamada "maldita policía bonaerense" y se habló de complicidades políticas internas entre la fuerza y el poder político bonaerense además de cuestionamientos al juez federal Carlos Villafuerte Ruzo, quien lideró las negociaciones. Tras ello renunció el ministro de Seguridad bonaerense, Osvaldo Lorenzo, y se disolvió el Grupo Halcón.

 


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