28 de febrero de 2017
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Cristina se equivocó
Por Fernando Latrille
En su último discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso el 1 de marzo de 2015 la presidente Cristina Fernández de Kirchner dijo: “Yo no dejo un país cómodo para los dirigentes, yo dejo un país cómodo para la gente”, dejando en claro que lo logrado, los derechos conquistados, serían defendidos por la ciudadanía que seguramente pediría más a los que gobernaran el país generando esa incomodidad para ellos. A dos años de aquel discurso se puede decir, hasta ahora, que esas conquistas no fueron defendidas por el pueblo ante las políticas depredadoras de la infame Alianza II, Cambiemos.
En su último discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso el 1 de marzo de 2015 la presidente Cristina Fernández de Kirchner dijo: “Yo no dejo un país cómodo para los dirigentes, yo dejo un país cómodo para la gente”, dejando en claro que lo logrado, los derechos conquistados, serían defendidos por la ciudadanía que seguramente pediría más a los que gobernaran el país generando esa incomodidad para ellos. A dos años de aquel discurso se puede decir, hasta ahora, que esas conquistas no fueron defendidas por el pueblo ante las políticas depredadoras de la infame Alianza II, Cambiemos.
Macri logró ni bien asumió terminar con la mentira de una de las promesas de campaña, pobreza cero, para dedicarse exclusivamente a que el Estado le diera el ejemplo a los privados de qué hacer: los despidos comenzaron a llegar en las diferentes dependencias del Estado con la excusa de terminar “con la grasa militante”. Así llevaron a la práctica aquello que Martínez de Hoz decía: “Achicar el Estado es agrandar la Nación”, emparentando su accionar de gobierno con las políticas económicas de la dictadura cívico militar del 24 de marzo de 1976. Vimos que la patraña de pobreza cero se esfumaba con esos despidos que sumados a los tarifazos de gas y luz beneficiando a prestadoras privadas que poco invierten dejando el verano ver a usuarios padeciendo los cortes de energía que pribvaron de ese servicio a miles de ciudadanos y derritiendo también la mentira instalada por el gobierno que esos aumentos traerían la inversión y mejora de los servicios.
La baja de inflación prometida al mismo tiempo que hicieron volar por los aires la canasta básica de alimentos al eliminar las retenciones al trigo, maíz, carne, que no solamente tienen un impacto para el Estado que es el recaudatorio sino que permite diferenciar los precios del consumo interno al de exportación. El cinismo de decir que se buscó bajar la inflación cuando se eliminaron las retenciones y el precio del mercado interno se igualó al de venta al exterior evidenciando que Cambiemos favorece a los sectores concentrados de la economía aunque en su discurso dice gobernar para los argentinos. Aunque ese todos, a los que dice representar se transforma en pocos, cuando sus políticas destructivas llegan también a Ramallo con los anuncios de Fiplasto y la baja de su producción directamente afectada no solamente por la caída del mercado interno producto de la baja del poder adquisitivo por salarios planchados y carcomidos por la inflación, sino también por la apertura de importaciones que es una medida implementada por Cambiemos que afecta a la producción e industria nacional. Los tarifazos son insostenibles y el caso más palpable en Ramallo es el anuncio del cierre del único hotel que existe en la localidad de Pérez Millán porque la cooperativa de servicio no lo puede sostener.
Esta vez fue el voto y no las botas lo que permitió que un Macri se beneficie. Vale recordar que su grupo empresarial tenía 7 empresas antes de la dictadura cívico militar y terminó con 46 al finalizar los siete nefastos años de terror, es decir que fue uno de los empresarios beneficiarios de la dictadura. Ahora de un lado del mostrador como Presidente, del otro lado del mostrador como grupo empresarial, Macri se beneficia condonándose una deuda de manera escandalosa. Así el presidente Argentino es señalado por medios del exterior como uno de los presidentes más corruptos del mundo por sus cuentas en paraísos fiscales. El silencio que hacen de su vergonzoso gobierno los radicales colectores de votos que se conforman con las migajas de pocos cargos los coloca a la derecha del Pro, y su ejemplo de revanchismo es el inmoral de Morales que mantiene presa política en Jujuy a la militante social Milagro Sala violando todas las garantías constitucionales. El inmoral de Morales domina al poder judicial que es adicto a su causa. A lo que Menem le costó un año en crear su corte suprema de justicia nefasta Morales en Jujuy logra el récord vergonzoso de hacerlo en una semana ni bien asumió.
Por eso Cristina Fernández de Kirchner se equivocó, porque la ciudadanía poco y nada hizo -hasta el momento- ante tanto atropello de la infame Alianza II, Cambiemos. Veremos si marzo cambia las cosas, si la marcha de los trabajadores del 7; si los maestros movilizados luego del papelón nacional de no haber convocado a paritarias con el fin de frenar toda suba salarial y mejora en educación siguiendo las recetas del FMI al que hemos vuelto de la mano de Cambiemos; si la movilización del día de la memoria el 24 de marzo que no pudieron correr, muestra a un pueblo digno como el que imaginó CFK dispuesto a luchar por sus derechos para no retroceder y poder en la calle ir estrechando lazos que nos permitan salir del encierro y crear organización popular y resistencia, recién ahí se podría decir que no estuvo equivocada la mandataria al expresar que el pueblo se emponderaría.
Los recolectores de votos a nivel local de la infame Alianza II, Cambiemos, deberán dar respuestas a cada puesto de trabajo que se pierda en nuestro partido, porque así como tocaron timbre en cada casa pidiendo se vote por Macri, deberán ahora darles explicaciones a todos los afectados porque no se puede ser inocente cuando se milita políticamente y se le pide a la ciudadanía un voto de confianza. Aquellos que sabíamos, y decíamos que Mauricio era Macri, y su proyecto de país era para pocos, éramos acusados de plantear una campaña del miedo. Ahora el miedo toca la puerta de la casa de cada trabajador y aquellos que supieron desplegar las sombrillas amarillas en el centro de Ramallo, aquellos radicales que le hicieron furgón de cola y no sintieron asco en ir detrás de Macri, deberán dar la cara ante el desastre que recién comienza. Podrán seguir callándose la boca ante los despidos, ante la angustia de un pueblo que sufre, pero ya no pueden continuar con la patraña de la pesada herencia cuando el propio Indec de Todesca se encargó de expresar que en 2015 el PBI había crecido el 2.1 %, desmintiendo aquello de “economía estancada”, “país quebrado”, que tan falsamente instalaron.
La dirigencia local, los del PRO y los radicales que conforman Cambiemos, tiene una responsabilidad: la de señalar lo que sucede con un rumbo de país que nos lleva al desastre. Lo pueden hacer sino quieren seguir con un silencio cómplice con lo que sucede, pueden discutir en la provincia, pueden al menos en un comunicado expresar sus críticas a las decisiones de exclusión constante por las políticas nacionales que se llevan adelante. De no hacerlo, estarían callándose de manera cómplice, o simplemente jugando al distraído cuando miles de compatriotas comienzan a sufrir despidos, salarios licuados por la inflación y desesperanza e incertidumbre agobiante en ascenso.
No hay salidas locales sino las hay nacionales. El gobierno del intendente Santalla no tuvo problemas porque encontró a un gobierno nacional como el de Nestor Kirchner primero y el de Cristina Fernández de Kirchner después, que apuntaron sus políticas económicas a beneficiar el mercado interno, a potenciar la industria y por eso creció nuestro parque industrial, solamente un necio o un ciego creería que eso se trató de magia local. Fueron políticas económicas orientadas hacia un país industrial que ahora estamos perdiendo. Las verdades no pueden ser ocultadas, porque de ocultarse, luego de un tiempo estallan, y sabemos que cuando estallan no lo hacen de la mejor forma, sino con la irrupción y la ira de un pueblo que vuelve a descreer de la política porque dejó de estar a su servicio.