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OPINIÓN

1 de julio de 2019

Consenso y Renovación

Por Eduardo Izaurralde

 

 

Hace un par de semanas atrás participe del evento más grande que tiene la Unión Cívica Radical, su Convención Nacional. Allí tuve la oportunidad de acompañar a Ricardo Alfonsín en diferentes reuniones con los representantes radicales de todos los sectores sociales de nuestro país y los máximos dirigentes partidarios de distintas líneas internas. En cada uno de esos encuentros las palabras preferidas eran “Consenso y Renovación”. Palabras que fueron rescatadas en los años ´80 por Raúl Alfonsín y que marcó a fuego su impronta de gobierno. Esas palabras fueron impuestas en la Convención por las bases militantes quienes, a mi consideración, resultan más representativas de la doctrina de principios y valores radicales que muchos dirigentes actuales del partido.

 

 

Estas bases realizan un verdadero trabajo de militancia territorial y desde ese lugar hablan y opinan. Conocen en profundidad las problemáticas que el argentino está atravesando día a día y saben que no existen fórmulas viejas o proyectos personalistas capaces de solucionarlas por si solas. Desgraciadamente y gracias a nuestras viejas estructuras esas dos palabras quedaron relegadas. Se votó en línea con La Rosada una resolución que dictaba permanecer en Cambiemos y sumar a ese sello nuevas fuerzas, a contramano de lo que algunos proponíamos de ir hacia un nuevo frente electoral con fuerzas afines.

 

El tiempo puso todo en su lugar dejando atrasada y obsoleta aquella decisión de la Convención. Todo esto ocurrió porque tenemos una dirigencia de oficinas y café, de poco contacto con el ciudadano y con el reloj etario gastado. Esta dirigencia se levanta a la mañana con la sorpresa de ver a miles de docentes y enfermeros marchando por las escuelas que explotan y los hospitales que le piden inyecciones a sus pacientes. Y cuando esa realidad los interpela contestan con viejas predicas fascistas de mitad del siglo XX culpando a los extranjeros, hermanos latinoamericanos que apostaron por vivir, estudiar, trabajar en nuestro país arriesgando mucho más de los que los argentinos arriesgamos cotidianamente. Luego por la tarde se topan con intervenciones artísticas, recitales y originales métodos de protestas de miles de jóvenes que se manifiestan contra la destrucción indiscriminada de nuestros bosques, ríos, mares, lagos, montañas por parte de las megas industrias sin controles. Ante esa realidad nuestros dirigentes contestan que “Somos el granero del mundo” afianzando el vetusto, retrogrado y conservador destino de un país que promueve la vuelta al pasado, a finales del siglo XIX, con sus exportaciones de materia prima en lugar de explotar nuestra potencialidad para adaptarnos a los nuevos paradigmas empresariales sustentables y amigables con el medio ambiente.

Finalmente por la noche al volver a sus barrios privados se chocan con millones de mujeres copando las calles exigiendo leyes de igualdad, de equidad y de ampliación de derechos a las minorías invisibilizadas. Ante esas voces nuestros dirigentes en un año de elecciones responden con silencio. Un silencio nacido en la especulación electoral y la posible pérdida de votantes.

El común denominador de esta dirigencia es la propuesta de una vuelta al pasado. Con representantes de ese pasado y con nuevas caras que a pesar de la novedad estética, replican discursos de viejos vinagres. Por otro lado el común denominador de esa calle movilizada es la juventud. No me refiero solamente a la cuestión de edades ya que existen muchos jóvenes en edad que reeditan las mismas viejas y nocivas consignas. La juventud a la que me refiero es la que habla en clave de presente y que aspira a un futuro distinto. Son intérpretes del idioma que habla el mundo. Saben cuáles son los problemas presentes y ensayan soluciones novedosas. En educación, en salud, en energía, en el mundo empresarial existen jóvenes transformando el mundo de manera concreta. Mientras eso ocurre nuestros dirigentes resisten esa renovación y tratan contra natura de volver a un pasado en el que ellos fueron protagonistas.

 

En nuestro pago chico se replican las mismas dificultades. Existen sectores que creen en la vuelta al pasado y que sólo con eso basta para solucionar la actual situación municipal. Otros sectores buscan la renovación pero no están de acuerdo con los consensos. Piensan que el principismo partidario es suficiente para gobernar Ramallo. Otros creemos que sin consensos mas una renovación visible es imposible un futuro gobierno ramallense. Entendemos que si no logramos desde un radicalismo renovado convocar a otros espacios de la política local que compartan ideas, valores y principios no podemos pretender acceder al gobierno con el suficiente respaldo político y social para enfrentar la crisis en la que nos encontramos. Al menos, en lo personal eso he aprendido en cada una de las luchas en las que me involucré estos últimos años en mi pueblo.

 Cuando encabece el reclamo por la repavimentación de la ruta 51, sentía que necesitaba de un gran respaldo social y político para conseguir el objetivo. Trabajamos desde la Asamblea Ruta 51 para ello, conseguimos los consensos y hoy vemos el fruto en obras sobre la ruta. Luego cuando me sume a la Asamblea Vecinal Ramallo por la problemática del Código de Ordenamiento Urbano Territorial, lo hice con la convicción de apuntalar esfuerzos para que esas voces renovadoras y actuales lograran vencer a los relatos caducos del pasado devorador de recursos naturales. Hoy puedo decir que ese fin se cumplió. Ya nadie discute la validez de esa renovación y la necesidad de inclusión de nuevas ideas en la proyección del Ramallo que queremos a futuro.

Consenso y Renovación, dos palabras impuestas por las bases en la Convención Nacional de la UCR, dos pedidos concretos de la sociedad argentina, dos desafíos que los radicales tenemos sobre la mesa. Se ha fracasado a nivel nacional y provincial. Aspiro a que a nivel municipal no se fracase en el consenso y la renovación para impedir la fragmentación electoral y lo más importante: “Para que el radicalismo vuelva a ser interprete de la sociedad con plataformas de propuestas concretas y actuales”. Solo así podremos ofrecerle al ciudadano un camino que lo saque del debate sobre el pasado y los incluya en el mundo de hoy con problemáticas y soluciones del siglo XXI.

 

Eduardo Izaurralde Ex dirigente reformista de la Universidad Nacional de Rosario, Ex vicepresidente de la Juventud Radical de Ramallo, Vocal titular en la mesa del comité de Villa Ramallo, Actual representante del Espacio de Pensamiento Alfonsinista.

Publicado en Reporte Semanal de Ramallo

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